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Nov 2025 - Edición 298

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Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP): dos escuelas, una misma convicción

Tanto High Tech High, referente mundial en ABP, como el Colegio Diocesano Obispo Labbé, muestran que aprender con sentido es posible cuando los proyectos nacen de la vida real y se construyen en comunidad.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP): dos escuelas, una misma convicción

En pleno barrio El Colorado, el Colegio Diocesano Obispo Labbé se ha convertido en un laboratorio de innovación pedagógica. Con más de 1.100 estudiantes y un 86% de vulnerabilidad, su director, Mauricio López, lidera un cambio que dejó atrás el modelo tradicional para abrazar metodologías activas: Aprendizaje Basado en Proyectos y en Retos, tutorías personalizadas y aulas cooperativas. Hoy, el 65% del currículum se trabaja mediante proyectos, se han realizado más de 1.100 tutorías y más de 13.000 proyectos estudiantiles, con familias que participan masivamente en celebraciones de aprendizaje.

La tecnología ha sido una aliada, pero sin caer en lo tecnocentrista. El colegio cuenta con aulas maker, sala CoLab, notebooks, chromebooks y docentes certificados como Google Educators, apoyados por un equipo de innovación. “Nos hacemos parte de una tradición que viene desde John Dewey, Maria Montessori y el MIT, que siempre ha criticado lo tecnocentrista”, afirma López.

A más de ocho mil kilómetros, en San Diego (Estados Unidos), High Tech High lleva años empujando un modelo de PBL que ha inspirado a escuelas de todo el mundo. Nuvia Ruland, directora de Desarrollo Profesional en ABP en High Tech High Graduate School of Education, explica que la “P” de PBL puede ser project, passion, place o problem: “Usamos todo ese espectro dependiendo de los estudiantes y de los maestros que diseñan los proyectos”. La escuela, pública y gratuita, selecciona a sus alumnos mediante lotería por códigos postales, lo que genera una comunidad diversa y desafiante.

En High Tech High, los estudiantes son vistos como colegas en el proceso de aprendizaje. La cultura se sostiene en tres pilares: indagación, crítica y trabajo público. Los alumnos reciben retroalimentación de compañeros, docentes y socios comunitarios; la crítica se entiende como oportunidad de crecimiento, y los proyectos se exhiben en espacios abiertos: “Cuando vienes a High Tech High, las paredes hablan. Muestran la cultura de la escuela y las vidas de los estudiantes”, dice Ruland.

La neurociencia también respalda este enfoque. Compartir historias y experiencias activa redes emocionales y cognitivas profundas, favoreciendo aprendizajes significativos. Diseñar aulas donde las personas puedan verse, escucharse y colaborar fortalece tanto el bienestar como la motivación.

En Iquique, el liderazgo se vive de forma colectiva: equipos de ciclo, codocencia, planificación conjunta y evaluación formativa han consolidado una identidad católica, inclusiva e innovadora. “Cambiar no es una opción, es una necesidad. Nuestros estudiantes requieren una escuela que dialogue con sus intereses y los acompañe en su desarrollo humano”, concluye Mauricio López.

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