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Regístrate y accede a la revistaIdeas puede haber cientos. Convertirlas en proyectos exitosos que perduren en el tiempo es el verdadero desafío. Conversamos con su director, Raúl Carrasco, quien este año recibió su segundo Premio LED en la categoría Inclusión, sobre la fórmula para lograrlo.

“Es una lluvia de premios. Sí, la verdad es que hemos estado bien premiados”, dice orgulloso Raúl Carrasco, director del Liceo Pueblo Nuevo. El establecimiento cuenta con dos Profesores Excepcionales –reconocimiento entregado por Fundación Kiri y DaleProfe–; un Global Teacher Prize, el primero otorgado a un docente TP, Marcelo Cofré; un Elige Innovar, y este año Carrasco será el primer director en recibir su segundo Premio LED. El año pasado fue reconocido por innovación educativa y este año por inclusión.
“Vemos qué cosas podemos cambiar de nuestra realidad directamente, y eso lo utilizamos como una oportunidad de mejora. No perdemos tiempo en dificultades externas”, Raúl Carrasco.
¿La razón? Múltiples iniciativas exitosas que nacen de los docentes para los alumnos, respaldados por el equipo directivo. Mecánicos en Acción creció de 4 a 240 estudiantes con apoyo empresarial; Mecánicas en Acción y Futuras Líderes STEM permitieron que, en 2024, el 50,6% de las alumnas de segundo medio eligiera especialidades industriales (versus un 8% en 2023). TEACOMPAÑO y el Club de Manga han fortalecido la inclusión académica y socioemocional. Además, se enseñó mapuzungún, se institucionalizó el We Tripantu y la Semana Latinoamericana, y se lanzó el manga Ecos del Pasado, traducido al mapuzungún e inglés.
El establecimiento, ubicado en la ciudad de Temuco, atiende a 870 alumnos y ofrece las especialidades de Mecánica Automotriz, Administración, Telecomunicaciones y Electrónica. Tiene además un índice de vulnerabilidad del 100% en enseñanza básica y 97% en enseñanza media. Raúl Carrasco lleva 14 años en el colegio y cinco como director.
La pandemia marcó un antes y un después para el establecimiento, donde también hubo un cambio de administración. “Lo más fácil de innovar fue que había una voluntad de parte del equipo que estábamos formando”, recuerda Carrasco. Pequeños cambios organizativos, como instaurar franjas horarias fijas para el trabajo docente en proyectos, rondas de presentación de iniciativas a principio de año y monitoreo constante por parte del equipo directivo, terminaron por consolidar un verdadero ecosistema de innovación.
“Estos cambios fueron impactando y motivando al cuerpo docente y a nosotros como equipo directivo para apuntar a innovaciones más ambiciosas”, explica Carrasco.
Esa estructura de trabajo colaborativo se refleja también en la forma en que el liceo reorganizó sus jornadas. “Reordenamos las horas no lectivas individuales para darles un uso comunitario y trabajar en equipo”, comenta el directivo. La semana se ordena así: lunes, reunión de departamento; martes, capacitaciones; miércoles, trabajo colaborativo; jueves, programa de integración; viernes, atención de apoderados.
El colegio entrega “plena libertad a los equipos para que puedan desarrollar sus ideas”. Sin embargo, los proyectos deben estar bien justificados y desarrollados. A comienzos de año, los docentes hacen un diagnóstico a través de un FODA y encuestas a los alumnos. El foco debe estar en lo que se puede mejorar, no en las dificultades externas.
Con ese diagnóstico, los docentes presentan un pitch de su proyecto frente a toda la comunidad de profesores y, entre todos, perfeccionan el plan. Si está bien argumentado, puede obtener financiamiento del propio liceo. Carrasco explica: “Aquí no hay límite para pedir. Si hacen una buena argumentación, el plan está bien ordenado y se defiende, se aprueba”. Luego, el monitoreo y seguimiento se realiza por una persona del equipo directivo, para que se cumplan los plazos y presupuestos.
La clave es centrarse en las posibilidades. “No perdemos tiempo en decir que los niños son pobres o que los papás no cooperan. Vemos qué cosas podemos cambiar de nuestra realidad directamente, y eso lo utilizamos como una oportunidad de mejora”, enfatiza el director.
La innovación también pasa por cómo se entiende el aprendizaje. “El ser humano no aprende parcializado; el ser humano aprende de manera integrada”, sostiene Carrasco. Por eso, el liceo conformó departamentos interdisciplinarios: STEM, que agrupa Matemática, Tecnología y Ciencias; Humanidades, que reúne Filosofía, Formación Ciudadana e Historia; y Bienestar, que integra Educación Física, Religión y Artes.
La integración también se da entre la formación general y la técnico-profesional. “La formación general se integra a la formación TP. Si el estudiante quiere Mecánica, usamos textos de comprensión lectora que hablen del automóvil; si estudia Telecomunicaciones, usamos ejemplos de cableado o administración de empresas”, agrega.
La lista de iniciativas del Liceo Pueblo Nuevo es larga y diversa. “Nuestra intención siempre ha sido que el estudiante sea el centro”, dice Carrasco. El primer proyecto tras la pandemia fue Mecánicos en Acción, a cargo del ganador del Global Teacher Prize 2023, Marcelo Cofré, una forma de devolver la práctica en la educación técnica: los alumnos ofrecían diagnósticos preventivos a los autos de profesores, luego a vecinos y finalmente a usuarios del Easton Mall, cercano al establecimiento.
“Vimos que nuestro fundador, don Juan Mardones, tenía un profundo sello comunitario: quería que el liceo impactara este sector. Quisimos darle ese sello, que los vecinos no lo vieran como un problema, sino como un beneficio para la comunidad”.
Luego vino Telecomunicadores, donde los estudiantes instalaron sistemas de alarma en los barrios aledaños, fortaleciendo la seguridad frente a incendios forestales. “Así fue naciendo una cultura dentro del colegio de aprendizaje activo”, relata Carrasco.
También nació el Aulamóvil, un bus del liceo transformado en sala de clases itinerante, con el que recorrieron toda la zona durante la pandemia y fueron premiados por la Superintendencia de Educación.
Otras iniciativas emblemáticas son la Feria Impulsa TP, con la participación de 15 casas de estudio; Socioemociónate, centrada en la inclusión de estudiantes del espectro autista; el Club de Manga, donde los alumnos crearon historietas traducidas al mapuzungún e inglés, y las usaron como material pedagógico; y el programa Te Acompaño, que prepara a estudiantes con NEE para prácticas laborales: “Invitamos a los estudiantes del espectro autista, con consentimiento de sus padres, y los formamos en habilidades comunicativas. Hacemos un proceso de acompañamiento con un grupo multidisciplinario y los llevamos a hacer pasantías a empresas”, comenta Carrasco.
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