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Ago 2025 - Edición 295

IA en la educación

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“El profesor sigue siendo el eje central del aprendizaje”

La inteligencia artificial (IA) llegó para quedarse. Pero ¿qué significa esta irrupción para los docentes? ¿Cómo enfrentar el desafío de incorporar estas herramientas en el proceso de enseñanza-aprendizaje? Sobre estas preguntas conversamos con Iván Chávez, consultor internacional del Tecnológico de Monterrey, México, quien participó recientemente en Chile en el seminario organizado por el Liceo Bicentenario Politécnico San Joaquín.

Por: Marcela Paz Muñoz I.
“El profesor sigue siendo el eje central del aprendizaje”

¿Estamos preparados? ¿Cómo enfrentar el temor, el desconocimiento y la incertidumbre que todavía genera el uso de IA? Sobre estos desafíos conversamos con Iván Chávez, consultor internacional del Tecnológico de Monterrey, quien fue enfático: “La IA no reemplaza al profesor, sino que lo potencia”.

-En primer lugar, ¿cuál considera que ha sido el principal aporte de la IA a la educación?

-Creo que podemos observar sus beneficios desde varias aristas. Uno de los aportes más evidentes es la posibilidad de agilizar los procesos de producción de elementos pedagógicos que se insertan en las clases. Gracias a la IA, hoy es posible generar experiencias de aprendizaje más enriquecidas e incluso personalizadas a distintas necesidades de los alumnos. Eso nos permite a los profesores optimizar el tiempo y concentrarnos más en el acompañamiento del aprendizaje.

Otra dimensión importante tiene que ver con la administración de recursos: cómo catalogar, diversificar o crear nuevas versiones de materiales. Incluso es posible lograr que las herramientas de inteligencia artificial reconozcan los patrones de producción que cada profesor prefiere, optimizando aún más el proceso.

-Sin embargo, usted ha insistido en que la IA no reemplaza al profesor, ¿por qué?

-Porque el corazón de la enseñanza sigue siendo la interacción entre el docente y el estudiante. Aunque la IA agilice la creación de materiales, es el profesor quien diseña, contextualiza y aplica esas actividades con sus estudiantes. Y es justamente en ese momento, en la interacción directa, donde el docente identifica si un alumno entendió o no, si necesita apoyo o si es necesario ajustar la actividad.

La inteligencia artificial trabaja con algoritmos, ofrece respuestas, pero no es capaz de generar el vínculo humano que se necesita para avanzar, construir y evaluar los aprendizajes de manera significativa. El profesor sigue siendo la pieza fundamental para que los estudiantes tengan mejores experiencias de aprendizaje.

-¿Por qué cree que todavía hay cierta reticencia al uso de la IA en las aulas, al menos en Chile?

-Hay varios factores, pero uno de los principales es el desconocimiento. Muchas veces el rechazo a una tecnología viene de no saber cómo utilizarla o cómo regularla. Además, al ser un tema nuevo, se genera una sensación de pérdida de control: “Si dejo que la usen, ¿cómo sé si realmente están aprendiendo?”.

Lo mismo ocurrió cuando apareció internet. Al principio temíamos que los estudiantes hicieran solo copy-paste de los trabajos. Pero con el tiempo aprendimos a enseñar a citar fuentes, a distinguir información confiable y a utilizar la herramienta a favor del aprendizaje. Con la IA ocurrirá lo mismo, siempre que haya capacitación y que la comunidad educativa se atreva a explorar su potencial.

-Y, por el lado de los estudiantes, ¿qué habilidades deberían desarrollar para enfrentar este nuevo escenario educativo?

-Más allá de usar herramientas que detecten si un trabajo fue hecho con inteligencia artificial o no, el desafío real es que los alumnos desarrollen pensamiento crítico. Hoy, el profesor tiene el reto de planificar sus clases para provocar ese análisis.

Por ejemplo, en vez de prohibir el uso de IA para hacer un ensayo, podríamos pedirles que utilicen tres herramientas distintas, traigan los resultados al aula y en clase discutamos qué parte es confiable, cuál es válida, qué diferencias encuentran. Así, el estudiante no solo aprende a usar IA, sino que también desarrolla una postura crítica frente a lo que recibe.

El rol del profesor es fundamental en ese proceso: debe saber qué quiere lograr con cada actividad y planificar cómo verificar que el alumno realmente aprendió.

Iván Chávez, consultor internacional del Tecnológico de Monterrey, señala que “la IA no reemplaza al profesor, sino que lo potencia”.

Se ha dicho que la IA podría reemplazar trabajos, pero yo lo plantearía de otra forma: quienes no aprendan a utilizarla podrían ver amenazadas sus fuentes laborales. No es que las personas vayan a ser reemplazadas por la IA, sino por otras personas que sepan usarla mejor. Por eso es clave aprender, adaptarse y no quedarse fuera de esta revolución”.

-En ese sentido, ¿cómo se están preparando las universidades en el mundo frente al uso de la inteligencia artificial?

-Me parece interesante compartir con los profesores lo que están haciendo algunas universidades reconocidas a nivel mundial, como Stanford o el MIT. Ellos no están prohibiendo el uso de la IA; por el contrario, la están regulando.

Algunas permiten su uso en trabajos cotidianos, pero lo restringen en proyectos finales. Otras dejan a criterio del profesor si lo posibilita o no. Pero todas coinciden en que los estudiantes deben aprender a utilizarla, porque cuando egresen al mundo laboral estas herramientas serán parte del entorno diario.

¿No sería absurdo que el MIT, cuya esencia es la tecnología, prohíba el uso de IA? Lo que hacen es consensuar reglas claras: en qué casos se usa, cuándo no y bajo qué condiciones. Y esa debería ser también nuestra lógica: formar alumnos que sepan cuándo es correcto utilizar la inteligencia artificial, cuándo sería considerado plagio y cómo aprovechar su potencial de manera ética.

-Hablemos ahora de los desafíos. ¿Cuáles considera usted que son los más urgentes en este tema?

-El primero es la capacitación docente. No podemos esperar que un profesor, con todo lo que ya tiene en su jornada diaria, además esté al tanto de cada herramienta nueva que aparece. Por eso es necesario generar redes de apoyo entre docentes, compartir experiencias, crear comunidades de aprendizaje entre profesores. Así, el camino se acorta.

El segundo gran desafío es la democratización. Muchas herramientas de IA comienzan siendo gratuitas, pero luego se vuelven pagadas, lo que podría generar una nueva brecha entre quienes tienen recursos y quienes no. Si no logramos que su acceso sea equitativo, algunos estudiantes avanzarán rápidamente mientras otros quedarán rezagados.

Finalmente, también es importante entender que la inteligencia artificial todavía está en proceso de desarrollo. Habrá errores, habrá fake news, habrá mal uso. Pero también tendremos oportunidades de aprendizaje. Lo importante es acompañar este proceso con criterio.

-¿Qué mensaje les daría a los profesores?

-Que no tengan miedo. Tal como ocurrió con internet, lo nuevo genera incertidumbre, pero a la larga abre muchas más oportunidades que problemas. La inteligencia artificial nos puede ayudar a reducir burocracia, mejorar la calidad de los materiales que usamos en clase y preparar mejor a nuestros estudiantes para el mundo que enfrentarán.La clave está en formarnos, en compartir experiencias y en avanzar juntos como comunidad educativa.

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