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Ago 2025 - Edición 295

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Vincent van Gogh, los girasoles amarillos

Grandes íconos de la Historia del Arte.

Por: Daniela Díaz, Área Educativa, Museo Artequin.
Vincent van Gogh, los girasoles amarillos

Autorretrato, 1887. Óleo sobre cartón, 42 × 33,7 cm. Instituto de Arte de Chicago, Estados Unidos.

Vincent van Gogh (1853 - 1890) es uno de los artistas más intensos y conmovedores del arte moderno. Su obra, profundamente emocional, transmite con fuerza su visión del mundo, marcada por la pasión, el sufrimiento y una sensibilidad extrema. Entre los colores que usó para expresar su estado interior, el amarillo ocupa un lugar muy importante. Para van Gogh, no era solo un color, sino una luz interior: un símbolo del sol, de la vida y de la esperanza, incluso en medio de la enfermedad y la desesperación.

Durante su estancia en Arlés, en el sur de Francia, Van Gogh buscaba una nueva manera de pintar. Allí, bajo la intensa luz, el artista se volcó al uso del amarillo como forma de capturar el calor, la energía y la espiritualidad que él percibía en la naturaleza. En ese contexto nace la famosa serie de Los girasoles, compuesta por varios cuadros que representan jarrones con estas flores, entre ellos el célebre y más conocido y admirado Jarrón con quince girasoles (1888), actualmente ubicado en la Neue Pinakothek de Múnich.

En esta obra, Van Gogh despliega una paleta que va del amarillo limón al dorado, usando variaciones sutiles para mostrar los distintos momentos en el ciclo de vida de esta flor: desde la frescura del florecimiento hasta la melancolía de la decadencia. El fondo también es amarillo, generando una atmósfera monocromática que no resulta plana, sino extremadamente vibrante, como si la pintura irradiara luz. Cada pincelada, gruesa y enérgica, muestra su estilo expresivo, casi impulsivo, que hace que las flores parezcan vivas, cargadas de una fuerza emocional que trasciende lo visual.

Jarrón con quince girasoles, 1888. Óleo sobre lienzo, 93 × 72 cm. Neue Pinakothek, Múnich, Alemania.

Para Van Gogh, los girasoles eran un símbolo de gratitud y amistad; pintó varios de ellos para decorar la habitación de su amigo y colega Paul Gauguin. Sin embargo, más allá de lo decorativo, esta obra revela la profunda conexión entre el color amarillo y el alma del artista. A través de él, Van Gogh logra transmitir su anhelo de belleza, consuelo y eternidad. En sus girasoles, la luz del sol se convierte en pintura, y la pintura en un espejo de su espíritu atormentado pero lleno de amor por la vida.

Actividad sugerida:

Reunir a los estudiantes para observar algunas imágenes de las obras del artista motivando el diálogo mediante algunas preguntas, tales como: ¿qué es lo que vemos? ¿Cómo son las pinceladas de la obra? ¿Qué colores utilizó el artista? ¿Por qué utilizaría esos colores y formas?, entre otras.

Posteriormente, invitar a los estudiantes a utilizar un “filtro” de color pero en la vida real, observando el mundo a través de un visor de color amarillo. Para ello deben usar un trozo de acrílico o vidrio, papel celofán o algún plástico semitransparente de color amarillo y observar algún paisaje, urbano o rural, algún objeto o bien una persona, y replicar lo que ven, consiguiendo los diferentes tonos de amarillo en pintura al óleo o témpera.

Al finalizar, conversar acerca de lo que han realizado y aprendido, observando las obras creadas por sus compañeros de manera respetuosa y constructiva.

 

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