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Regístrate y accede a la revistaA raíz del impacto de la serie Adolescencia –una de las más vistas a nivel mundial por su crudo retrato de la vida digital juvenil–, se vuelve urgente reflexionar desde la sala de clases sobre cómo educar en ciudadanía digital crítica, enfrentar la hiperconectividad que afecta a los adolescentes y promover una sana convivencia escolar en tiempos de pantallas y algoritmos.
Desde hace unos cinco años, la salud socioemocional de nuestros estudiantes ha sido un foco prioritario en la gestión de la convivencia escolar. Esto se intensificó tras la pandemia, al observar un aumento en episodios de agresividad, desregulación emocional y tristeza, síntomas que se reportan a nivel nacional e internacional. Comprendimos que, para lograr aprendizajes efectivos y avanzar en lo académico y vocacional, debíamos asegurar un entorno emocionalmente saludable”, explica Fabián Saavedra, director del Liceo Bicentenario Agrícola e Industrial de la Patagonia, de SNA Educa y parte de la RED Irarrázaval.
Así comenzó un trabajo con docentes y asistentes de la educación: “Como adultos, debemos ser los primeros en entrenarnos en el manejo emocional para luego apoyar a nuestros estudiantes. Como en los aviones: primero uno se pone la mascarilla, luego se ayuda al otro”, cuenta Saavedra.
Una inquietud similar ha identificado el Colegio Trigales del Maipo de Fundación Nocedal, también parte de la RED Irarrázaval. Su directora, Andrea Gumucio, está convencida de que una buena convivencia escolar es clave para el desarrollo integral. “Quienes nos visitan destacan el ambiente amable y respetuoso que se vive en el colegio. El desafío está en trasladar ese espíritu al mundo digital, donde muchas veces la comunicación se da desde el anonimato y sin el lenguaje no verbal que permite interpretar emociones”.
La ciberconvivencia, afirma, requiere una alianza activa entre familia y colegio. “Cuando no hay una alineación clara, surgen contradicciones: aunque la mayoría valora el buen trato, algunos adultos incurren en prácticas digitales inadecuadas, como enviar mensajes hostiles en grupos de WhatsApp. Esta disonancia no solo daña las relaciones entre adultos, también confunde a las alumnas, que observan el comportamiento de quienes las rodean”.
Fabián Saavedra, director del Liceo Bicentenario Agrícola e Industrial de la Patagonia.
"Cómo adultos, debemos ser los primeros en entrenarnos en el manejo emocional para luego apoyar a nuestros estudiantes. Como en los aviones: primero uno se pone la mascarilla, luego se ayuda al otro"
Educación para mirar las pantallas
“Una acción fundamental frente al tema de las pantallas es la educación. Me refiero a una educación para mirar, para conectarse conscientemente”, plantea Isidora Mena, psicóloga, doctora en Ciencias de la Educación, miembro y fundadora de Valoras UC. Esa educación, añade, debe ser ética y concreta, abordando preguntas profundas sobre los contenidos digitales, su impacto en el pensamiento y en la vida cotidiana.
“No se trata de preguntar si algo es bueno o malo, sino de reflexionar sobre cómo el uso excesivo de pantallas afecta el sueño, la atención o incluso el proyecto de vida. Hay que enseñarles a los estudiantes a pensar críticamente sobre el mundo digital y su relación con los valores de ciudadanía y convivencia”, dice Mena.
En Trigales del Maipo abordan estos temas directamente con las familias. “Conversamos sobre la importancia de no escribir desde la rabia, de practicar la empatía y de preferir el diálogo personal. También generamos espacios para que los apoderados se conozcan: es más fácil cuidar el trato cuando hay un vínculo previo. La ciberconvivencia no es solo técnica o conductual; es una oportunidad para educar en el respeto, también en lo digital”, afirma Gumucio.
Mena señala igualmente la necesidad de restringir el uso de pantallas. “Es importante que familia y colegio se pongan de acuerdo: cuándo y cómo se usan los dispositivos. Por ejemplo, si bien se pueden ocupar en clases para ciertos fines, los recreos deberían estar libres de celulares, para que los estudiantes desarrollen habilidades sociales”.
Las reglas deben ser claras y coherentes. “Solo usar dispositivos cuando el profesor lo indica, y establecer horarios definidos en casa. Lo ideal es que los propios niños acuerden con sus amigos a qué hora se conectarán, de modo que usen las plataformas de forma acotada y consciente”, agrega la psicóloga.
Ciudadanía digital crítica
Para Jaime Rodríguez, director de la Fundación Valor Educativo e investigador del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), la serie Adolescencia ofrece una oportunidad para abordar de forma profunda el impacto del mundo digital en la vida personal y social.
"No basta con advertencias sobre datos personales o extraños en redes; hay que abordar fenómenos como los discursos de odio, la desinformación, la cultura de la cancelación o la presión estética, que afectan la autoestima de los jóvenes”, afirma Jaime Rodríguez, director de la Fundación Valor Educativo.
La primera estrategia, afirma, es educar en ciudadanía digital crítica: formar estudiantes capaces de observar con responsabilidad y ética lo que ocurre en línea. “No basta con advertencias sobre datos personales o extraños en redes; hay que abordar fenómenos como los discursos de odio, la desinformación, la cultura de la cancelación o la presión estética, que afectan la autoestima de los jóvenes”, explica Rodríguez.
Este enfoque debe ser transversal, no limitado a una asignatura. A esto se suma la mediación digital familiar, que implica entregar herramientas a los padres para acompañar a sus hijos en su vida digital. “El hogar debe ser el primer espacio de formación para la ciudadanía digital, en complemento con la escuela”, agrega el experto.
Rodríguez propone talleres, conversatorios y reuniones de apoderados como instancias de reflexión. “La clave es generar confianza con los adolescentes, sin juicios ni vigilancia excesiva. Además, hay que predicar con el ejemplo: no podemos pedir que no usen el celular en la mesa si los adultos están todo el tiempo conectados”.
Una tercera estrategia es dar protagonismo a los estudiantes en la promoción de una convivencia digital saludable. “Campañas creadas por ellos –podcasts, afiches, reels– sobre problemas en redes sociales los transforman en agentes activos, no solo en receptores de normas. Los alumnos también crean y resignifican contenido”, concluye Jaime.
Trabajo con las familias
La participación de las familias es clave, aunque no siempre es fácil. “Hoy, muchas se sienten lejos del mundo escolar, por razones laborales o emocionales. También influye una desvalorización social de la educación”, afirma Andrea Gumucio.
"Las familias con mentalidad de crecimiento acompañan mejor los procesos escolares. Y hoy, en plena era digital, este acompañamiento debe incluir también el uso de la tecnología y la inteligencia artificial, con sentido, responsabilidad y foco en la ética”, señala Andrea Gumucio, directora del Colegio Trigales del Maipo.
En Trigales creen firmemente en que los padres son los primeros educadores, y el colegio un aliado. “Cuando no existe armonía en esa relación, surgen quiebres, desconfianza y pérdida de respeto. Por eso trabajamos preventivamente con las familias, promoviendo una cultura de colaboración”.
Cuando estas se sienten acogidas e informadas, su participación aumenta. “Nuestro reglamento establece que el Proyecto Educativo no solo lo enseña el profesor jefe: también debe ser acogido por la familia. Sin ese compromiso, el camino se dificulta. Pero cuando hogar y colegio trabajan juntos, las niñas crecen más seguras y felices”, explica Andrea.
El rol de la familia no se limita a ayudar con tareas, sino a transmitir un mensaje claro: el aprendizaje importa y el esfuerzo vale la pena. “Cuando los padres muestran interés, preguntan, acompañan y valoran el trabajo escolar, las niñas se sienten más motivadas. En cambio, la indiferencia se traduce en desmotivación y baja perseverancia”, señala la directora. Aunque no hay una relación matemática, sí existe una correlación: “Las familias con mentalidad de crecimiento acompañan mejor los procesos escolares. Y hoy, en plena era digital, este acompañamiento debe incluir también el uso de la tecnología y la inteligencia artificial, con sentido, responsabilidad y foco en la ética”.
Acciones concretas
Para enfrentar esta realidad, es necesario trabajar desde dos frentes: la educación emocional y la autorregulación digital, y la promoción de hábitos digitales saludables.
Rodríguez subraya también la importancia de revisar las metodologías pedagógicas. “Si seguimos con didácticas tradicionales, nos desconectamos del mundo digital dinámico que viven los estudiantes. Necesitamos metodologías activas, como el aprendizaje basado en proyectos, el servicio, el juego o el aprendizaje en el entorno”.
"Una acción fundamental frente al tema de las pantallas es la educación. Me refiero a una educación para mirar, para conectarse conscientemente”, dice Isidora Mena, psicóloga, doctora en Ciencias de la Educación, miembro y fundadora de
Valoras UC.
Asimismo, propone campañas escolares de uso consciente de la tecnología, lideradas por los propios estudiantes. Estas iniciativas permiten que analicen el impacto de la hiperconectividad y propongan soluciones desde su experiencia. Respecto a la convivencia escolar en un entorno digitalizado, Rodríguez advierte que las pantallas han transformado no solo cómo los jóvenes se informan, sino también cómo se relacionan y participan. “La exposición constante, la sobrecarga informativa y los algoritmos que crean burbujas digitales afectan profundamente la convivencia”, señala Rodríguez. Por eso, la primera estrategia es fomentar el pensamiento crítico, dotando a los estudiantes de herramientas para analizar los contenidos y sus fuentes. Comparar cómo una noticia es presentada en distintas plataformas puede ser una actividad reveladora.
También es esencial revalorizar el encuentro cara a cara. “Muchos jóvenes se comunican exclusivamente por redes, lo que limita habilidades como la empatía o la escucha. Recuperar la presencialidad en las relaciones escolares es clave”. Otra recomendación –apunta Jaime Rodríguez– es incorporar normas de convivencia digital en los reglamentos escolares, construidas junto con los estudiantes. Iniciativas como el “día sin pantallas” o las “actividades cero tecnología” pueden fortalecer los vínculos dentro de la comunidad.
HAbilmind: una herramienta clave para fortalecer la CONVIVENCIA escolar |
![]() Fabián Saavedra, director del Liceo Bicentenario Agrícola e Industrial de la Patagonia (RED Irarrázaval), destaca los beneficios de esta plataforma comercial, la que ha sido un buen apoyo a la gestión del equipo de Convivencia Escolar. • Desde 2024 aplican distintos test de la plataforma Habilmind, que no solo miden salud socioemocional, sino también habilidades como vocabulario, velocidad lectora o pensamiento matemático. Esta información permite focalizar clases, aplicar apoyos y orientar trayectorias educativas. • Uno de los instrumentos más valiosos es el Screening Socioemocional, aplicado a todos los estudiantes. • La herramienta ha permitido detectar situaciones que requieren intervención temprana, enriquecer la práctica docente y diseñar planes personalizados. “Por ejemplo, si en un curso se detecta dificultad para gestionar la ira, organizamos talleres específicos. Ya hemos observado mejoras concretas en el bienestar de varios estudiantes”, concluye Saavedra. |
Liceo Bicentenario Agrícola e Industrial de la Patagonia |
Ubicación: Coyhaique, Región de Aysén Dependencia: Administración Delegada Sostenedor: SNA Educa Matrícula al 30 de abril: 261 alumnos Índice de vulnerabilidad: 94% Especialidades impartidas: Agropecuaria y Electricidad |
Colegio Trigales del Maipo |
Ubicación: Puente Alto, Región Metropolitana Dependencia: Particular Subvencionado Sostenedor: Fundación Educacional Nocedal Índice de vulnerabilidad: 88% Número de alumnos: 455 |
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