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Regístrate y accede a la revistaEvelyn Cordero, directora ejecutiva de Fundación Arrebol, analiza las consecuencias de la escasa participación familiar en el proceso educativo y presenta evidencia sobre el rol que puede asumir el colegio cuando este acompañamiento está ausente.
Para Evelyn Cordero, la evidencia internacional es clara: el involucramiento de las familias constituye uno de los factores más determinantes del rendimiento escolar. “Un metaanálisis que incluyó 77 estudios reveló que la participación familiar se asocia con mejoras significativas en lectura, matemáticas y desempeño general, con tamaños de efecto que van de moderados a altos (Jeynes, 2007). Este impacto se mantiene incluso al controlar variables como el nivel socioeconómico o educativo de los padres, lo que subraya el valor del acompañamiento familiar como un factor protector clave”, señala la directora ejecutiva de Fundación Arrebol.
-¿Qué riesgos implica para la trayectoria escolar la falta de involucramiento familiar?
-La desvinculación familiar conlleva múltiples riesgos, siendo uno de los más documentados el aumento en la probabilidad de abandono escolar. Un estudio longitudinal con nueve mil estudiantes evidenció que la falta de seguimiento parental en tareas, asistencia o reuniones incrementa en un 15% el riesgo de deserción (Muralidharan y Singh, 2020). En contextos latinoamericanos, investigaciones como la de Bellei (2004) en Chile han identificado el compromiso familiar como un factor clave en el rendimiento académico, destacando que las escuelas efectivas implementan estrategias para fomentarlo.
Además, la escasa participación familiar se asocia con trayectorias escolares inestables y conductas de riesgo. La literatura en psicología del desarrollo muestra que los niños sin apoyo parental tienden a presentar mayor impulsividad, menor regulación emocional y mayor propensión a conductas antisociales (Hoeve et al., 2009). Por ello, la desvinculación familiar no solo compromete el éxito académico inmediato, sino también el desarrollo personal y las oportunidades educativas futuras.
Evelyn Cordero, directora ejecutiva de Fundación Arrebol.
"La familia cumple un rol esencial en la socialización emocional y en el desarrollo de habilidades socioemocionales. Un entorno familiar estructurado y afectivo favorece competencias como la empatía, el autocontrol y la autorregulación, fundamentales para el bienestar y el rendimiento escolar”.
-¿Qué evidencia vincula el involucramiento familiar con mejoras en el aprendizaje? ¿Qué señales emiten los estudiantes sin respaldo en sus casas?
-La evidencia es contundente. Un metaanálisis de Fan y Chen (2001) concluye que la participación de los padres se relaciona consistentemente con mejores calificaciones, una actitud positiva hacia la escuela y una mayor permanencia escolar. Estudios posteriores han identificado tres componentes clave: la comunicación entre escuela y familia, el monitoreo en el hogar y las altas expectativas parentales (Hill y Tyson, 2009).
Cuando el acompañamiento familiar está ausente, los estudiantes suelen manifestar su desconexión mediante señales conductuales y emocionales. Investigaciones recientes vinculan esta falta de apoyo con ausentismo persistente, baja participación en clases, dificultades para cumplir con tareas y un aumento de conflictos en el aula, lo que repercute directamente en su bienestar y desempeño académico (Sánchez et al., 2024). En Chile y otros países de la región, estudios cualitativos han recogido la percepción de docentes que describen un creciente “abandono simbólico”: alumnos que no tienen con quién estudiar, que asisten solos a reuniones o que no reciben contención emocional ni académica en casa (UNESCO-OREALC, 2020).
-¿Cómo afecta la desvinculación familiar el desarrollo socioemocional? ¿Qué rol cumple la familia en la formación de hábitos de estudio y responsabilidades escolares?
-La familia cumple un rol esencial en la socialización emocional y en el desarrollo de habilidades socioemocionales. Un entorno familiar estructurado y afectivo favorece competencias como la empatía, el autocontrol y la autorregulación, fundamentales para el bienestar y el rendimiento escolar. Diversos estudios demuestran que el involucramiento parental mejora la competencia social, reduce conductas problemáticas y favorece la adaptación escolar (Wang y Sheikh-Khalil, 2014).
Cuando este entorno está ausente, estas habilidades difícilmente se consolidan, exponiendo al estudiante a mayores dificultades emocionales y relacionales. Esta carencia también repercute en la formación de hábitos de estudio: investigaciones muestran que los niños que crecen en hogares donde se valoran las rutinas, la lectura y el esfuerzo desarrollan una mayor autodisciplina y sentido de responsabilidad (Ratelle, Duchesne y Guay, 2017). En contraste, contextos familiares sin estructura suelen generar estudiantes sin horarios, sin hábitos de lectura ni compromiso escolar, lo que agrava sus dificultades académicas, especialmente en niveles superiores.
Según Evelyn Cordero:
¿Qué puede hacer la escuela para compensar la falta de apoyo familiar?
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